Llorar siempre será bueno

Llorar nos hace liberar adrenalina, una hormona que segregamos en situaciones de estrés, y noradrenalina, que actúa como neurotransmisor y tiene un efecto contrario al de la adrenalina. Cuando lloramos, eliminamos estas hormonas, lo que produce una sensación de desahogo y tranquilidad. Un ejemplo de esto es que, después de derramar algunas lágrimas, tanto niños como adultos se quedan dormidos.
También  es la mejor válvula de escape para cualquier emoción intensa y que nos sobrepasa en un momento dado. Cuando rompemos a llorar, las emociones se liberan como si las hubiéramos tenido atrapadas en una olla a presión.

El llanto es parte del aprendizaje y del desarrollo humano, pero conforme nos hacemos adultos prescindimos de las muy saludables lágrimas como "cosa de niños", nos las permitimos en muy pocas ocasiones, y sólo cuando nos es imposible tragárnoslas.
El estrés, la tristeza, el dolor psíquico y físico, la alegría, los nervios, la angustia, la emoción, etcétera, etcétera, son sentimientos que podemos traducir en lágrimas. Cuando lo hacemos nos sentimos mucho mejor, pero si ahogamos el llanto sólo logramos aumentar la presión y el desequilibrio interior.
Las lágrimas que no derramamos pueden enfermar el cuerpo y el alma, por eso hay que aprender a llorar de nuevo, algo muy difícil en sociedades en las que hacerlo es algo  que se hace muy pocas veces y preferentemente en privado.

Fuente:  http://www.eluniversal.com.mx/articulos/49901.html

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